sábado, 9 de mayo de 2015

Maximilien Robespierre: ¿héroe o villano?


Maximilien Robespierre nació el 6 de mayo de 1758 en Arrás - Francia. Robespierre, miembro de la baja nobleza del norte de Francia, comenzó siendo un joven abogado entusiasmado con los ideales demócratas de Jean-Jacques Rousseau y firme detractor de la pena de muerte, para llegar a ser un hábil político que llegaría a consagrarse como el líder del Partido Jacobino (partido revolucionario radical) durante la Revolución Francesa y ser así el máximo exponente del gobierno de la etapa revolucionaria radical conocida como El Terror, un férreo régimen dictatorial durante la cual fueron guillotinadas miles de personas. Finalmente, Robespierre fue guillotinado a traición por algunos miembros de su propio partido con el apoyo de los Girondinos (partido opositor), por miedo a ser guillotinados (cabe destacar que Robespierre llegó a guillotinar a integrantes de su propio partido a causa de los excesos llevados a cabo por algunos de sus miembros, y por los casos de corrupción tan numerosos que se habían dado dentro de éste). A este golpe de Estado se le conoció como golpe del Termidor y culminó con la ejecución de Robespierre el 28 de julio de 1794 en Paris.

No se sabe muy bien como Robespierre, quien inicialmente era demócrata y contrario a la pena de muerte, llegó a radicalizarse hasta tal extremo, todo apunta a que fueron los excesos del despotismo absolutista del rey de Francia, Luis XVI, pero yo creo que esto también pudo deberse a su personalidad obsesiva, o también a su culto religioso hacia la razón y el Ser Supremo, que debieron de hacerle desarrollar una conducta excesivamente racionalista que, tal como yo lo veo, debieron acabar desembocando en un utilitarismo radical carente de sentimiento que pudo conducirlo a la creencia de que el fin justifica los medios.

Precisamente, en esta entrada me centraré, sobre este histórico punto de controversia a lo largo de la historia de la humanidad de un modo relativo a la figura de Robespierre. El fin, en este caso, está muy claro: consolidar y propiciar la posterior expansión de los ideales liberales de la Revolución Francesa (libertad, igualdad ante la ley...) por toda Europa (cabe destacar que este fin se llevó a cabo con éxito); los medios son de sobra conocidos: miles de personas ejecutadas en la guillotina. En este punto, en concreto (y a pesar de que siempre he considerado que el fin nunca justifica los medios, por muy grandioso que sea dicho fin), he de decir que me encuentro en una encrucijada. Por una parte, como ferviente partidario del liberalismo que me considero, siento la obligación de mostrarle a Robespierre mi agradecimiento, puesto que considero a los valores de la libertad y la igualdad de los ciudadanos como unos derechos inalienables de los mismos; y es evidente, que gracias a la labor de Robespierre tales principios pudieron consolidarse y desarrollarse finalmente en la totalidad de la Europa Occidental. Por el contrario, el precio de llevar a cabo esta causa es tan escandalosamente alto que no me permite considerar la obra de Robespierre ni de lejos como un éxito absoluto.

Una vez evaluados los "pros y contras" de esta situación, creo necesario, a pesar de los terribles males causados, aceptar la labor desempeñada por Robespierre en favor de la existencia de un mundo libre en la actualidad. No obstante, no deseo que se me malinterprete: no justifico para nada tal cantidad de ejecuciones, ni que un sistema sea tiránico, ni un radicalismo tan desenfrenado. Aclarado todo esto, que conste que únicamente deseo hacer las cosas del modo más correcto posible; y espero de todo corazón no equivocarme.



viernes, 8 de mayo de 2015

Reflexión acerca de "Sobre la paz perpetua"


En su obra Sobre la paz perpetua, Immanuel Kant (filósofo ilustrado prusiano del S. XVIII) expone una importante tesis política. Dicha teoría se centra en acabar con los conflictos bélicos, con la guerra entre las distintas naciones y países; para ello, el filósofo prusiano planteó en esta obra la que sería la primera demanda de una organización de países que velase por la paz universal.

En líneas generales, he de decir que la propuesta de Kant me parece muy interesante y prometedora y, sinceramente, creo que es admirable que alguien tuviese una mentalidad tan avanzada y cosmopolita hace ya varios siglos. No obstante, hay algunos aspectos de la tesis que desarrolla Kant en su obra que me gustaría examinar más a fondo. Por ejemplo, en primer lugar, está el tema de que los países miembros han de basar su estructura principalmente en garantizar la libertad de sus ciudadanos y la igualdad de los mismos entre sí, y para ello han de constituirse como repúblicas. Lo de asegurar la libertad y la igualdad de los habitantes de los países miembros de esta hipotética asociación está muy bien; son ideas liberales propias de un filósofo liberal (como es Kant) que comparto profundamente, pero no entiendo porqué el modelo del estado ha de ser necesariamente el republicano cuando los derechos que aquí son expuestos y defendidos son perfectamente compatibles con una monarquía parlamentaria, cuyo claro ejemplo son Reino Unido, Países Bajos, entre otros.

También otro aspecto llamativo de esta teoría kantiana es el hecho de que un país no pueda intervenir en la política interna de otro, cuando esto no tiene ningún sentido, ya que en realidad este principio resulta ser un importante impedimento para que se garanticen los derechos humanos (entre lo que se incluyen los anteriormente mencionados) de todas las sociedades de los Estados miembros. Precisamente es gente como Kant la que está tan ciega que critica intervenciones en defensa de estos derechos, como las que por ejemplo llevó a cabo Estados Unidos en Corea y Vietnam en defensa de valores como la libertad y la integridad física de las personas, y con el objetivo de acabar con regímenes tiránicos, genocidas y asesinos (por desgracia la primera de estas empresas no salió del todo bien, y ya no hablemos del segundo que fue un desastre absoluto). 

Otro aspecto que es, en mi opinión, mejorable es el hecho de que Kant proponga que los gobernantes tengan en consideración especial las aportaciones políticas de los filósofos, cuando en realidad para garantizar la igualdad de la ciudadanía han de tenerse en cuenta todas las ideas en general, sin importar si quien las enuncia es o no es filósofo, si es rico o pobre, entre otras características (este principio parece más bien enunciado por un platónico que por un liberal).

Por último, y como principal error (y éste es el que más me pesa), es que querer acabar con la guerra es algo utópico, porque podrán reducirse en número pero no extinguirse, puesto que como siempre existirán conflictos de intereses entre los seres humanos, siempre existirán conflictos bélicos entre los mismos.

Análisis de la crítica al principio de causalidad de Hume



David Hume fue un filósofo del S. XVIII que destacó por ser uno de los máximos exponentes del empirismo y de la Ilustración Británica. Según Hume, todo conocimiento a de proceder de la experiencia para que éste pueda ser considerado como válido y aceptable. Uno de los pilares de las tesis empiristas de Hume es el concepto de "relación causal ", la cual consiste en una conexión necesaria entre dos ideas o impresiones. Las relaciones causales, aclara Hume, no son relaciones de ideas, puesto que no podemos esclarecer las consecuencias de cualquier fenómeno si no lo observamos con anterioridad, puesto que iríamos en contra de la experiencia; sino que son cuestiones de hecho, en las que imperan precisamente las leyes de la experiencia y de la observación. En concreto, la reflexión que lleva a cabo el filósofo británico sobre este tema se centra en la crítica que éste desarrolló sobre el principio de causalidad (o idea de "conexión necesaria"). Para Hume, como las relaciones entre las causas y los efectos no pueden demostrarse en base a la experiencia, no pueden tenerse en cuenta como un conocimiento válido; sin embargo, las tenemos en cuenta como tales pero ¿por qué? Pues, según Hume, porque es nuestra costumbre, nuestro hábito creer en la certeza de estas relaciones, la cual se debe a su vez a nuestro convencimiento sobre la regularidad de la naturaleza, y es por ello, que tendemos a hacer predicciones sobre el futuro. No obstante, como ya comenté anteriormente este planteamiento es para Hume un error.




Ahora bien, ¿tiene razón Hume? En mi opinión, tiene razón parcialmente. Es innegable, y en esto se equivoca el filósofo escocés, que existen relaciones de causa-efecto que pueden atribuirse a una serie de situaciones y casos concretos; el problema aquí es que, como todo en esta vida, siempre hay excepciones, de tal modo que es imposible definir con exactitud cuales son estos casos concretos, por lo que siempre nos vemos expuestos al error (he aquí la parte en la que Hume tiene razón). No obstante, que sea imposible determinar el campo que comprenden tales relaciones no significa que este no se encuentre acotado, simplemente significa que dichas cotas escapa a nuestro entendimiento.



En torno a este problema, reflexionaron otros importantes filósofos deseosos de resolver el problema que había dejado abierto Hume, como Immanuel Kant (filósofo ilustrado prusiano del S. XVIII), quien basándose en la ciencia de Newton, trato de llegar a partir de elementos simples a conocimientos generales que fueran aceptados sin necesidad de demostrarlos mediante la experiencia (juicios sintéticos "a priori"). Sin embargo, a mi entender, el planteamiento de Kant también es erróneo parcialmente (de hecho, aunque el filósofo prusiano trató de resolver el problema planteado por Hume, desde mi punto de vista, su respuesta sólo empeoró la situación) ya que de este modo, al aceptar conocimientos generales, y teniendo en cuenta que como ser humano que es no es capaz de vislumbrar los límites a los que estos llegan (con sus excepciones incluidas), incurrirá necesariamente en el error tarde o temprano.

Aclarado esto, ¿por qué pienso que el planteamiento de Hume es mejor que el de Kant? Pues porque aunque con el planteamiento humeano no podemos tener en cuenta muchos conocimientos como válidos al menos no nos equivocaremos, como sí haríamos si siguiésemos el planteamiento kantiano. Además, el modelo de Hume, es más realista, ya que a diferencia de la mayoría de los filósofos (entre los que se incluye Kant) es consciente de que el ser humano no está capacitado para adquirir un conocimiento total del mundo que le rodea, es decir, de la realidad, porque pese a quien le pese (y no es con ánimo de ser pesimista), nuestro conocimiento es y siempre será limitado.



domingo, 15 de marzo de 2015

Leibniz, el sucesor de la filosofía cartesiana


Gottfried Wilhelm Leibniz fue un famoso filósofo racionalista del S. XVII nacido en Leipzig (actual Alemania) en 1646. Desde muy joven se puso en contacto con numerosas corrientes filosóficas como la aristotélica, la escolástica y la cartesiana; y con su introducción en la política, continuó estudiando las diferentes corrientes racionalistas llegando incluso a conocer al ilustre filósofo holandés Baruch Spinoza.

A pesar de que el pensamiento que tomó Leibniz inicialmente fue el cartesiano y que defendió muchos de sus aspectos, también cabe reseñar que criticó muchos otros, especialmente, el afán de Descartes por demostrar que la realidad y sus constituyentes (las sustancias) se fundamentan en relaciones de carácter matemático y geométrico. 
Valoración personal: aunque comparto este último aspecto de su filosofía, los argumentos que proporciona Leibniz para desmentir las afirmaciones que Descartes realiza en favor de la "matematicidad" del mundo me parecen insuficientes y poco satisfactorios; en mi opinión, para "echar abajo" esta tesis del filósofo francés basta simplemente con hacer referencia al Principio de Entropía, el cuál (demostrado científicamente) afirma que en la naturaleza todo tiende al caos, y donde hay caos no hay armonía, así que es evidente que en el mundo no puede estar todo constituido por relaciones matemáticas y geométricas, ya que son necesariamente armoniosas.

Otro punto divergente entre la filosofía cartesiana y la de Leibniz también guarda relación con el mundo, ya que a diferencia de Descartes, Leibniz no le atribuye a éste como cualidad principal la "extensión" (la cual rechaza) sino la "fuerza", ya que todo movimiento que se produce, incluso el del universo en conjunto, está motivado por una fuerza (lo que Leibniz trata de demostrar mediante el cálculo infinitesimal); precisamente, el filósofo de Leipzig criticó a Descartes por no explicar con claridad estos movimientos ("dinamismo").
Valoración personal: a mi entender, aunque ni la tesis de Descartes ni la de Leibniz me convencen demasiado, me parece más acertada la de Leibniz ya que posee un mayor rigor científico, puesto que el "dinamismo" y la idea de que todo movimiento es provocado por una fuerza no dejan de ser conceptos newtonianos demostrados hoy en día.

Otro de los temas sobre el que reflexiona Leibniz es el de la sustancia, a la cuál denomina "mónada" y consiste en una fuerza, siendo además, para el filósofo alemán, única, indivisible y lo único real. Sin embargo, en este punto Leibniz se contradice a sí mismo ya que él mismo afirma la existencia de múltiples sustancias y de la relación armoniosa que estas mantienen.
Valoración personal: en mi opinión, lo que aquí propone Leibniz carece totalmente de sentido, no sólo porque se contradice a sí mismo, sino porque de nuevo no ofrece argumentos y explicaciones contundentes para demostrar sus reflexiones, al igual que le sucedía a Descartes (como por ejemplo, en la afirmación que el francés usaba para demostrar la existencia de Dios explicando que lo que existe es más perfecto que lo que no existe, cuando tal relación, como decía Kant, no tiene porqué darse).

Por último cabe destacar que, Leibniz distinguió dos tipos de conocimiento: las verdades de razón, las cuales se deducen simplemente con el análisis de los enunciados que las constituyen (como la lógica y las matemáticas), y las verdades de hecho, las cuales se asimilan mediante la observación y la experiencia. En esta cuestión Leibniz vuelve a distanciarse de Descartes, puesto que para el filósofo francés todo conocimiento podía adquirirse mediante la razón.
Valoración personal: en este sentido, me parece mucho más coherente el punto de vista de Leibniz que el de Descartes, ya que nuestro conocimiento no puede limitarse, obviamente, a meros juicios racionales, sino que éste ha de ser contrastado mediante la experiencia.

En conclusión, Leibniz fue un filósofo que sucedió a Descartes en el pensamiento racionalista, y que incluso en algunos aspectos de su filosofía (como la distinción de tipos de conocimiento). se iría acercando, desde mi punto de vista, al empirismo posteriormente desarrollado por pensadores como John Locke y David Hume.

lunes, 29 de diciembre de 2014

El liberalismo de John Locke

John Locke fue un filósofo inglés del S. XVII y principios del S. XVIII, y actualmente se le considera el fundador del liberalismo moderno y del empirismo; ésta última corriente busca el conocimiento y la verdad de las cosas; pero a pesar de su importancia histórica, no es lo que me interesa tratar a continuación. En mi opinión, es mucho más interesante el liberalismo de Locke, el cuál es más susceptible a la reflexión puesto que se trata de una ideología esencialmente política, que trata de responder a dos preguntas básicas: ¿cuáles son los orígenes y los fundamentos del Estado?, y ¿cuál es el gobierno apropiado para el mismo?



El liberalismo de Locke (como muchas otras corrientes políticas) puede explicarse brevemente como respuesta a estas dos preguntas. Como respuesta a la primera cuestión Locke afirmó que el Estado como institución se crea a partir de la situación de inseguridad que viven los seres humanos en cuanto a la preservación de su libertad, de su propiedad privada, y de su integridad física en el denominado "estado de naturaleza" (este concepto lo toma Locke de Thomas Hobbes, asociándolo éste último con la situación previa a la constitución del estado en la que impería la más pura anarquía), lo que les lleva a establecer el denominado "contrato o pacto social" mediante el cual todas las personas que lo acuerdan pasan a ser ciudadano de un estado en el que existen unas leyes que velan por estos derechos. Esto precisamente, puede hilvanarse con la respuesta a la segunda cuestión, ya que como es evidente, para Locke el buen gobierno del Estado es aquel que garantiza que en este último existan unas leyes que protejan la libertad y la propiedad privada, como vía individual de cada persona para poder alcanzar la felicidad, y la integridad física, puesto que según Locke todo ser humano tiene derecho a la vida.

Pues bien, una vez explicado todo esto surgirá esencialmente una pregunta ¿es correcto el planteamiento liberal de Locke?. Desde mi punto de vista, la única forma de contestar a esta pregunta es tratando por separado las respuestas dadas por Locke a las cuestiones ya antes mencionadas.


En torno a la primera respuesta que ofrece Locke, considero que es cuestionable, ya que a pesar de que creo que es posible que en algunos casos los estados y sus respectivos gobiernos se constituyan en base a un "contrato social" cuyo fin es la protección de aquellos derechos que Locke consideraba inalienables a las personas (libertad, propiedad privada,...) en mi opinión, si se conforman estados en base a un "pacto social" es por puro instinto, por pura naturaleza humana sin que tengan nada que ver (al menos de un modo imprescindible) ideas y conceptos como la libertad; prueba de ello ha sido la existencia de estados fascistas y comunistas en los que valores como la ya mencionada libertad, la propiedad privada (en el caso del comunismo), o incluso la integridad física de las personas carecían de relevancia a la hora de configurar el estado. La verdad es que me gustaría pensar como Locke, pero en este caso, existen otros tipos de argumentos más convincentes para analizar cuál es el origen del estado, como por ejemplo, los ofrecidos por Arístóteles.


Sobre la segunda respuesta, creo que Locke tiene toda la razón en cuanto a cuál es el gobierno apropiado, ya que la libertad, la propiedad privada y la integridad de las personas han de preservarse; la libertad porque es aquello que nos diferencia de los animales y porque todo el mundo ha de poder expresarse, pronunciarse o asociarse según sus principios; la propiedad privada, porque todas las personas han de tener el derecho, y al mismo tiempo el deber de disfrutar única, exclusiva e individualmente del fruto de su trabajo; y la integridad física porque todo el mundo debe respetar la vida de sus congéneres y conciudadanos.

En definitiva, aunque creo que John Locke se equivoca parcialmente al explicar el origen del estado, creo que su planteamiento del gobierno apropiado para el mismo es impecable, y que debería ser tomado como referencia por todos aquellos países que aún no hayan adoptado sus principios.




viernes, 26 de diciembre de 2014

El ideario conservador de Aristóteles

Aristóteles fue un filósofo del S. IV a. C. nacido en Estagira, Macedonia. A pesar de que fue un pionero en muchos aspectos (al igual que muchos otros pensadores de la Antigua Grecia, como Heráclito, Parménides, Sócrates o su maestro, Platón), Aristóteles también desarrolló un pensamiento muy conservador y tradicional en torno a otros, de los cuales cabe destacar en mi opinión, la defensa de la esclavitud, la relegación de la mujer al cuidado del hogar, y el menosprecio hacia todos aquellos que no fueran griegos ni tuviesen su cultura.


Tratando en primer lugar el tema de la esclavitud, cabe destacar sobre esta cuestión, que Aristóteles como justificación de la existencia de esclavos, alegaba que a disposición del ser humano se encontraban distintos instrumentos o utensilios, unos de carácter inanimado (un buen ejemplo contemporáneo de este tipo de instrumentos sería la maquinaria industrial) y otros de carácter animado, como serían los animales de carga e incluso algunos seres humanos. Para Aristóteles, las personas que debían servir como esclavos eran aquellas de las que no se podía obtener otra cosa mejor que su fuerza física, aquellas personas que no se encontrasen capacitadas para otra cosa que no fuera trabajar. A partir de la observación puede surgir la siguiente pregunta ¿tiene razón Aristóteles? Pues obviamente no; nadie es quien para obligar a una persona a servir a otra en contra de su voluntad; y menos basándose en un juicio puramente personal y subjetivo, que como producto humano que es, puede ser erróneo. Sin embargo ¿es reprobable la actitud de Aristóteles?, en este caso (desde mi punto de vista), la respuesta también es negativa, ya que por muchos argumentos que dé Aristóteles es evidente que si éste último pensaba así, se debía únicamente  a los estereotipos existentes en su sociedad, de la cual al fin y al cabo, Aristóteles no es culpable, ya que nadie elige el ambiente social en el que criarse y vivir.

Por otra parte, también está el caso de las mujeres, bastante similar al de los esclavos. Aristóteles consideraba que las mujeres eran inferiores al hombre, y únicamente útiles para llevar a cabo todo tipo de tareas domésticas y para cuidar a sus hijos, ya que así habían sido definidas por la naturaleza. No obstante, esta afirmación aristotélica es totalmente errónea ya que se ha demostrado biológicamente que las mujeres están capacitadas para desempeñar las mismas funciones que los hombres con igual eficiencia. En torno a esta situación, la actitud de Aristóteles tampoco es reprobable, pues también en este caso sus ideas se ven condicionadas por estereotipos sociales. Llegados a este punto, habrá quien piense lo contrario, argumentando de que existían casos como el de Platón quien en su teoría del Estado Ideal consideraba en igualdad de condiciones a hombres y mujeres; sin embargo, yo creo que no es Aristóteles el reaccionario, sino Platón el adelantado a su tiempo en lo que a esta cuestión se refiere; es por ello, que en mi opinión, lo que debe hacerse en este caso no es criticar la idea de Aristóteles, sino elogiar el pensamiento de Platón.
Para finalizar, también cabe destacar el ideal de superioridad de los griegos sobre el resto de civilizaciones y culturas que Aristóteles profesaba. Este tema quizá sea más delicado que los anteriores puesto que aquí, a diferencia del asunto de las mujeres, sí que existen numerosas opiniones en contra de este "excepcionalismo griego", que aunque sí que consideraban que la cultura griega estaba más avanzada que las otras, también podían existir aspectos positivos en otras civilizaciones, culturas y formas de pensar (claro ejemplo de este pensamiento sería el proyecto imperialista de Alejandro Magno, el cuál Aristóteles rechazó); es por ello que en este caso, la actitud que muestra Aristóteles, sí es criticable, puesto que es totalmente detractora de otras propuestas y alternativas, aún cuando éstas pueden ser igual de buenas e incluso mejores.

En definitiva, aunque algunas de las ideas de Aristóteles pueden parecer totalmente absurdas, muchas de éstas a pesar de ser erróneas, no han de ser criticadas ya que el hecho de que Aristóteles sea partícipe de éstas, se debe esencialmente a los estereotipos propios de la sociedad en la que el Estagirita se crió y vivió.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Crítica al Estado Ideal platónico


Aristocles, más conocido como Platón, fue un famoso filósofo ateniense del S.V. a.C., quien no sólo destacó por ser discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, sino por desarrollar una importante obra orientada hacia la política. El hecho de que Platón dirija su pensamiento a este tipo de filosofía se debe fundamentalmente a la angustia que el producía la decadencia de Atenas y las injusticias llevadas a cabo contra sus ciudadanos (claro ejemplo de injusticia sería, para Platón, la ejecución de Sócrates) a causa de que en el sistema democrático ateniense se le concedía la oportunidad de gobernar tanto al sabio como al ignorante, por lo que al final, según Platón, el pueblo acaba eligiendo al ignorante para
que ocupase el gobierno. Es por todo esto, que Platón desarrollará su propio modelo político, un modelo de estado alternativo a la democracia, de tipo aristocrático, en el que se distinguirán tres clases sociales: los productores (son la mayoría de la población, son artesanos, comerciantes, carentes de derechos políticos y sin oportunidad de recibir una buena educación), los guardianes (forman parte de la élite del Estado, reciben una buena educación, hacen cumplir las leyes y constituyen un grupo minoritario), y ya por último, los gobernantes (también forman parte de la élite del Estado, reciben una educación muy completa, dirigen el Estado y se ocupan de seleccionar y formar a los futuros gobernantes y guardianes, y constituyen un grupo minoritario al igual que los guardianes).

Entonces, habiendo explicado ya (de forma breve) la teoría política de Platón, afirmo sin ninguna duda que esta carece totalmente de sentido y que está realmente sobrevalorada.
¿Por qué pienso esto? Pues es muy simple, porque un gobierno, integrado por las personas que sean, no debe gobernar sino ha sido legitimado por los ciudadanos del estado mediante la soberanía nacional, ya que estos últimos han de tener en todo momento el derecho a elegir quien quieren que los represente, puesto que si esto no fuera así se estaría atentando contra la libertad de las personas, que al fin y al cabo, es el único derecho que posee el ser humano, que lo hace único y especial (y por consiguiente superior) frente al resto de los seres vivos, es por ello, que la democracia es el mejor sistema político posible, a diferencia de lo que expresaba Platón, quien consideraba que los estados aristocráticos (siempre y cuando el que gobernase lo hiciera en base a la razón), junto con las timocracias (gobierno de los militares) e incluso las oligarquías eran opciones mejores que la democracia, cuando estas realmente no dejan de ser tiranías (las cuales, son formas de gobierno autoritarias que el mismo Platón critica). Otro argumento en contra de la teoría platónica que me parece importante, es que Platón al desarrollar su modelo político plantea que los gobernantes del Estado Ideal tengan poderes plenos sin tener en cuenta que estos puedan equivocarse y que con sus errores puedan verse perjudicados los ciudadanos; si Platón pensaba de este modo es porque no reflexionó adecuadamente sobre sus ideas ya que si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta de que no existe un sistema político perfecto, y de que, en mayor o menor medida, siempre hay aspectos positivos y negativos en una misma ideología política, por lo que jamás tendrá sentido imponer un sistema aristocrático, ya que puede estar sujeto al error; es por esto, que lo que más le conviene al ciudadano es un modelo de estado democrático ya que así podrá defender mejor sus intereses y lo que es bueno para él.
Sobre estas cuestiones, también habrá partidarios de la orientación política de Platón que expondrán que en un régimen democrático es más probable que afloren políticos y gobernantes que sólo busquen lucrarse, que sean unos corruptos, etc.; pero realmente es tan probable o más que aparezcan estas figuras políticas en el estado platónico ya que al gestionar tal cantidad de poder siempre acabarán emergiendo personas con una personalidad débil y egoísta que lo único que buscan es el beneficio personal, incluso a costa del bien y la justicia para la comunidad (los cuales eran los objetivos políticos de la filosofía platónica).

Y ya para acabar, será bastante habitual que los platónicos para defender su modelo político argumenten que es imposible que ningún miembro del Estado Ideal no cumpla adecuadamente con su función (es decir, que los gobernantes sepan siempre con hallar el bien y la justicia para su estado, que estos no sean corruptos, etc) ya que han recibido una educación realmente buena. Desgraciadamente, esto también es falso ya que, es imposible desarrollar una educación o formación perfecta, y aunque lo fuera, siempre podrían existir personas con potencial para gobernar que fueran seleccionas para ello, que llegado el momento de tomar el poder, rechazasen este conocimiento y por lo tanto, gobernasen de un modo incorrecto.

En conclusión, puede determinarse que la democracia es el único sistema político viable ya que permite a los ciudadanos del estado, velar por su bienestar y sus intereses y por lo tanto, tiende menos a caer en el error como sucede con estados, de tipo autoritario y aristocrático que no dejan decidir al pueblo lo que le conviene.